30 de mayo de 2010

Tucumán


Desayunaba pan con manteca con dos tucumanos con los que viajaba en asientos enfrentados. Debo admitir que no eran la mejor compañía, ya que no soltaron ni media palabra en todo el viaje y a duras penas aceptaron el pan con manteca que les ofrecía.
Sin embargo, en un momento dado, uno de ellos dijo señalando por la ventana: -Esa es Tucumán.
Fin del viaje, 1310 kilómetros recorridos, un tupper de gallopinto, 150 gramos de salame, algo de manteca, media docena de facturas y mucho pan.
Los niños salían de sus casas de techo de chapa para ver pasar al tren y sacudiendo las manos en lo alto daban la bienvenida a todo aquel que llegara. El tren, para no ser irrespetuoso, pasaba lento y nos permitía devolver el saludo.
Finalmente los sucesivos cantegriles y alguna que otra fábrica abandonada dieron paso a construcciones de material sin huerta en el jardín. A esta altura solo los conductores eran quienes miraban pasar el tren, tamborileando impacientes el volante.
El viaje no duró mucho tiempo más.

[...]
Al salir de la estación había una mezcla de confusión y euforia, con 24 horas de tren aún dando vueltas en nuestras cabezas. Pero ahí estábamos, en Tucumán, y eso nos resultaba increíble. Se que sueno exagerado, pero realmente en ese momento había algo especial. Nunca supe por qué elegí este destino. Quizás sea por la bronca que me causa todas las personas que ya viajaron por estas tierras. ¿Cómo que no viajaste al Norte?. Tenés que ir, te va a encantar, yo fui tres veces... La gente se vuelve muy presumida al hablar de sus viajes. Pero sinceramente, prefiero pensar que estoy acá porque Buenos Aires es demasiado grande, y la única forma de vencer su gravedad es en una poderosa máquina de acero alejándose al menos unos mil kilómetros.
Pero llegado el caso nació la pregunta inevitable: ¿Y ahora qué hacemos?. Creo que es natural plantearse esto cuando uno llega a una ciudad de la que solo conoce el nombre.
Para nuestra fortuna Tucumán resultó ser maravillosa con gente amigable, mucho museo y un buen trago de rock&roll.

Esta foto fue tomada en alguna plaza, en alguna hora, con la gente querida de la pensión Caminito.

2 comentarios:

Mel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mel dijo...

Ey yo no presumo cuando hablo del norte (si, tengo cola de paja). Te diste cuenta que siempre hablas de comida en tus escritos? jajaja, no lo critico, solo lo resalto porque me parece gracioso. Igual, no te preocupes, yo siempre hablo de sexo. Todos tenemos nuestros temas recurrentes.