2 de marzo de 2010

Montevideo


Voy a admitir que me es difícil escribir sobre Montevideo. Esta ciudad ventosa y gris despierta en mi todo tipo de sentimientos y recuerdos, a veces como pequeñas cajas musicales de una infancia lejana, otros frescos como una sandía. Pero mentiría si dijera que no tengo relaciones carnales con esta ciudad.
En la noche del 1ero de Marzo y del "pepazo" con el que se festejo la asunción del segundo gobierno del Frente Amplio en las calles montevideanas, 18 de Julio recibió una catarata de gente llena de banderas, sonrisas y tambores. Compramos un vino rosado dulce de canuto, como es costumbre para la ocasión, pasamos por el carrito de Libertador para las hamburguesas y nos sentarnos en la plaza Liber Seregni, haciéndo honor a la victoria. Hicimos ronda y charlamos hasta tarde, de esas cosas que se hablan de Montevideo.
Por qué no Colón, viejo barrio abandonado, gobernado por los fantasmas que habitan aquellos palacios del pasado. Que ya se huele desde que se pasa el viaducto de Agraciada, o al pasar por las vías del inexistente tren, y ahí no más, te bajas en Garzón y Lezica, frente al Olimpia, donde está la casa que tanto miedo me daba de pequeño, en la que mi abuelo fabrica libros y vino.
Y ahí está mi hermano, creciendo donde yo, duro, parado frente a los guerreros de momo, que con voces como trueno hacen su despedida triunfal. Y deja que le pongan el sombrero, por más que le quede por la nariz de grande, y canta la despedida a medias mientras los seguimos hasta la bañadera.

Salud Montevideo, ya nos volveremos a encontrar.