31 de mayo de 2010

Acta de Independencia


En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de 1816: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país, fixando en su virtud la declaración siguiente:
Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad bajo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración. Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.

30 de mayo de 2010

Tucumán


Desayunaba pan con manteca con dos tucumanos con los que viajaba en asientos enfrentados. Debo admitir que no eran la mejor compañía, ya que no soltaron ni media palabra en todo el viaje y a duras penas aceptaron el pan con manteca que les ofrecía.
Sin embargo, en un momento dado, uno de ellos dijo señalando por la ventana: -Esa es Tucumán.
Fin del viaje, 1310 kilómetros recorridos, un tupper de gallopinto, 150 gramos de salame, algo de manteca, media docena de facturas y mucho pan.
Los niños salían de sus casas de techo de chapa para ver pasar al tren y sacudiendo las manos en lo alto daban la bienvenida a todo aquel que llegara. El tren, para no ser irrespetuoso, pasaba lento y nos permitía devolver el saludo.
Finalmente los sucesivos cantegriles y alguna que otra fábrica abandonada dieron paso a construcciones de material sin huerta en el jardín. A esta altura solo los conductores eran quienes miraban pasar el tren, tamborileando impacientes el volante.
El viaje no duró mucho tiempo más.

[...]
Al salir de la estación había una mezcla de confusión y euforia, con 24 horas de tren aún dando vueltas en nuestras cabezas. Pero ahí estábamos, en Tucumán, y eso nos resultaba increíble. Se que sueno exagerado, pero realmente en ese momento había algo especial. Nunca supe por qué elegí este destino. Quizás sea por la bronca que me causa todas las personas que ya viajaron por estas tierras. ¿Cómo que no viajaste al Norte?. Tenés que ir, te va a encantar, yo fui tres veces... La gente se vuelve muy presumida al hablar de sus viajes. Pero sinceramente, prefiero pensar que estoy acá porque Buenos Aires es demasiado grande, y la única forma de vencer su gravedad es en una poderosa máquina de acero alejándose al menos unos mil kilómetros.
Pero llegado el caso nació la pregunta inevitable: ¿Y ahora qué hacemos?. Creo que es natural plantearse esto cuando uno llega a una ciudad de la que solo conoce el nombre.
Para nuestra fortuna Tucumán resultó ser maravillosa con gente amigable, mucho museo y un buen trago de rock&roll.

Esta foto fue tomada en alguna plaza, en alguna hora, con la gente querida de la pensión Caminito.

27 de mayo de 2010

Estación Rosario Norte



Al pueblo canalla que prontamente vuelva a primera dando fin al luto en Arroyito.

La estación Rosario Norte resultó ser una alhaja, un secreto que se dice al oído, un jardín escondido con planta de enredadera, en donde el tiempo, maravillado quizás, decidió no seguir rumbo y quedarse a vivir bajo el techo de madera.
El tren se fue deteniendo poco a poco, por la ventana ya se veían los vendedores de bizcochos, quesos, galletitas, sanwiches y gaseosas, y yo de mientras iba despertando a Rosaura por si quería bajar a estirar las piernas.
Finalmente el tren se detuvo.
No había duda de que el lugar estaba encantado. La luz del atardecer que se filtraba entre vagón y vagón dejaba entrever el polvo mágico que flotaba en el aire.
Luego de unos quince minutos el tren retomó fatigosa la marcha camino al Noroeste, dejando atrás la vieja estación.

19 de mayo de 2010

Viaje en tren


Todo comienza en una mañana fría de Mayo, caminando al costado de un interminable tren, donde el último vagón antes de la locomotora nos esperaba con nuestras respectivos asientos. Me refiero a ambos, porque hasta esta parte del viaje me ha acompañado mi compañera Rosaura Zuñiga, con el mismo deseo de dejar Buenos Aires por un tiempo, unas semanas, unos meses, y respirar montaña un rato.
Caminamos a la par del tren hasta que las chapas de Retiro se terminaron y un poco más, hasta que después de pasar por los lujosos vagones camarote y vagón comedor, llegamos hasta la querida y caótica tercera clase.
El tren, algo lento y añoso, demora algo más de un día para recorrer los 1310 kilómetros que separan Buenos Aires de Tucumán.
En este tiempo las familias, cientas de ellas, se las ingenian para poder descansar sin sufrir dolores de cuello y espalda, ganando así la pulseada a los minúsculos asientos. Si bien no había un orden preestablecido para la distribución de las familias en esta lucha por conciliar el sueño, se puede apreciar a simple vista que se repite con regularidad la asignación de lugares: El padre de familia duerme en el suelo, entre los asientos enfrentados. La madre a su vez uno de los asientos, generalmente con un niño en brazos. El resto de la manada, de no más de 12 años ninguno de ellos, se apretujaba en el segundo asiento para poder dormir y combatir el frío de la noche.
Cansado de ver como los niños que aún no dormían se disputaban el pasillo con las gallinas, y debo admitir algo acobardado por el frío, me dirigí al salón comedor a leer y tomar un café con leche.

5 de mayo de 2010

Waltz for one night



"Let me sing you,
a waltz.
Out of nowhere,
out of my thoughts.
Let me sing you,
a waltz.
About this one night stand.
You
were
for me
that night,
everything I always dreamt of in life.
But now you're gone.
You
are
far gone.
All the way to your
island of rain.
It was
for you
just a one night
thing.
But you were
much more to me,
just so you know.
I don't care what they say
I know what you meant
for me
that day.
I
just wanted
another
try.
I just
wanted
another
night.
Even
if it
doesn't seem
quite right.
You meant for me
much more
than anyone
I've met before.
One single night
with you, little...
Jesse...
is worth a thousand
with any-body.
I have no bitterness,
my sweet.
I'll never forget
this one night
thing.
Even
tomorrow
in other
arms.
My heart
will stay yours until I
die.
Let me
sing you
a waltz.
Out of nowhere,
out of my blues.
Let me
sing you
a waltz.
About this
lovely
one night
stand."

4 de mayo de 2010

Tiempos Modernos


Creo que estamos equivocados, empezando por mi persona, sentada en este lindo cuarto escribiendo esta pequeña nota frente a una pantalla plana LG veinte pulgadas. Sin embargo no considero que el error sea producto de la contradicción que plantea mi odio desmedido hacia la tecnología del hogar y el medio por el cual a ustedes me dirijo, sino la aceptación de esta tecnología como parte de la evolución natural de la humanidad.
¿Cuando decidimos que impongan necesidades tan estúpidas en nuestro consumismo diario?
Esta aceptación irracional a sido uno de los mayores triunfos del capitalismo moderno que logró de esta forma tener una constante renovación de productos en las vitrinas de los comercios que, estimulados por el arte de la publicidad, se vuelven indispensables para el confort del nuevo hombre.
Siete mega pixels, ocho mega pixels, nueve mega pixels, que filma, que te rasca. Trecientos sesenta GIGAS que te hace reír y llorar, y cuando no lo ves baila como Michael Jackson.
Lo curioso es que esta aceptación no se limita a las nuevas tecnologías, es ejemplo la indiferencia del hombre ante la formación de las grandes urbes y la falta de planificación con la que estas se expanden. O que hoy por hoy no tengamos la opción de comprar vegetales no trangénicos en el supermercado.
Entiendo que la curiosidad juegue un papel importante en este siglo de cambios diarios, incluso la practicidad de no hacer nada, pero a veces el camino más fácil es tan solo el más fácil. Hablo de calidad de vida, de respetar tiempos, de recordar quienes somos.
Con esto no quiero decir que prefiero el cassette antes que el CD, aunque el vinilo no estaba mal... mejor por ejemplo que no admire la increíble fuente de información en la que se a vuelto la internet. Pero los autos de los ochenta se comen a los modernos. Y te juro que no entiendo la diferencia que tiene el viejo televisor con los nuevos televisores flat.
El punto es que los tiempos cambian, lo sé, me lo dice el espejo cuando voy a cepillarme los dientes, solo creo que no está demás juntarse, compartir un vino y decidir hacia donde evolucionamos.