12 de noviembre de 2008

Romance sonámbulo


ROMANCE SONÁMBULO



Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura, ella sueña en su baranda. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas.


Federico García Lorca

Las Memorias de Iván




UNO

Iván toma su helado de vainilla desde el borde, conciente que de no ser así, el helado se escurre por el cucurucho hasta terminar en la mano. El cordón derecho desatado, las rodillas sucias, pantalón corto y camiseta a rallas horizontales azules y blancas, una de esas prendas que por extrañas razones quedan impresas en la memoria de uno y que vuelven a la mente en los momentos más insólitos.
Quizás fue por eso que treinta años más tarde, tratando de olvidar canas y arrugas, y otros tantos recuerdos, fue que compró aquel BMW 318i-92 de color azul con dos líneas horizontales blancas de cada lado.
Pero hay cosas que son intrascendentes mientras uno come un helado de vainilla.
De camino a su casa, Iván cuida no pisar el borde de las baldosas. La arbolada calle Bogotá, la pelusa de los árboles acumulada en el cordón de la vereda. Algunos vecinos sentados en sus sillas plegables disfrutan lo últimos rayos de sol luego de un día de trabajo.
Entonces pasó, la pelota llegó rodando desde la esquina de Campichuelo y se detuvo a pocos pasos de sus pies. El golero que defendía el arco más cercano le hace gestos con la mano para que le alcance la pelota. Tomó carrera y con la extraña emoción que produce patear una pelota le pegó lo más fuerte que puedo, por supuesto olvidando por completo el cucurucho de vainilla que aún tenía en su mano y que hizo de su camiseta una obra vanguardista para nada graciosa.


PHOTO: Jacek Yerka.