17 de agosto de 2012

Oruga

Parece ayer cuando aún eras una oruga.
Pero te emputesiste. Te empilchaste con sedas, medias de red y zapatos importados. En seguida le agarraste el gustito a las noches de vermú con las chicas y de nosotros, tus viejos y queridos compañeros, ni jota te acordás.
Hoy apenas te reconocí, caminabas apurada por Viamonte.
Preferí no hablarte.

Ahora que te vi pasar, no puedo dejar de pensar en las tardes de verano en las que juntos comíamos las hojas del olmo a orillas del río.