16 de marzo de 2009

La Casa Amarilla


La casa amarilla al borde de las vías resultó ser una jaula del tiempo. Allí, a diferencia del resto del universo, el tiempo no circulaba, sino que se acumulaba en sus paredes, en su aire o quedaba enredado entre las descuidadas raíces del jardín.
Pude oler mi primer beso, el segundo, el cuarto, hacer por primera vez el amor. Escuchar una vez más Abbey Road en la consola, pasarme a la cama grande, tropezarme con el escalón de la cocina. Aprovechar el nudo del árbol para subir bien alto.
Revolver la cocoa mientras pateo la pelota debajo de la mesa. Sacar la cama marinera, y no pisar un piso de lava, de sopa, de cielo, de mar.
Antes de irme marqué en el marco de la puerta por última vez mi altura.

5 comentarios:

Mel dijo...

Esto se volvio muy hippie! y muy lindo el texto.

Patrycia dijo...

bienvenido...!
estoy recorriendo tu lugar...atrapante!

beso y buen martes!


Patrycia

^[Arlek Morrison]^ dijo...

Sí, ya sé que Bru se fue... ya lo extraño y todo.

Las idioteces que habremos dicho en cada examen de diciembre(que él salvaba y yo no en 5to, y al revés en 6to), eso sin contar todo 5to año...... literatura y filosofía era lo más disfrutable... qué tiempos.

Espero hayas podido comer

viquita dijo...

aah, cara!
quando a gente vai se ver?
espero que pronto, né?
quero ir a uma milonga, você me acompanha? não é hoje, mas quando seja, é?
bejões, minino



vitórinha

viquita dijo...

jajajaja
sos
un
or
ti
va
!!

:)


y las mulas
NO son seres vivos
he dicho